martes, 29 de enero de 2013

Las de Pinto



Largo tiempo hacía, que, Arturo Reyes, nos tenía privados del sabroso regalo de sus libros. Y bien sensible era. Mucha calma traen al espíritu sus historias honradas y simpáticas; llenas de personajes con nobles sentimientos, que chacharean en diálogos chisporroteantes de ingenio; libros cuyo final suele ser tranquilizador y dichoso. Ni por casualidad nos suscitan algún problema estos amables volúmenes: leerlos es descanso.

En la literatura contemporánea, la personalidad artística de los Quintero, es melliza de la de Arturo Reyes. Análogos son sus felices cualidades y deméritos. Hay, en la obra de los unos y del otro, excelentes observaciones, tipos vivos, gracejo en el habla, imaginación plácida y risueña, sencillez de manera, pero falta un concepto hondo de la vida, una idea de totalidad, un sentimiento en que aflore lo secreto del alma humana, un interés por lo transcendental de nuestra existencia. Su placidez, se llama también superficialidad. Si el objeto del arte, es sólo amenizar las buenas digestiones del burgués que compra el libro ó paga la butaca, tales obras, realizan á maravilla el propósito, y nada hay que pedirles; si es de exigir algún más alto designio, hay que reconocer que estas producciones, muy buenas en su género, pertenecen á un tipo artístico un tanto de segunda categoría.

Salvado esto, he de confesar, que Las de Pinto, es una historia deliciosa, sentimental, optimista, bien escrita, bien combinada, y que deja la mejor impresión tras su lectura. Es más, yo creo que se guardan, en esa novela, los materiales para componer una linda obra teatral, y sería una gran lástima que no los aprovechara el señor Reyes.


RAMÓN MARÍA TENREIRO

1 comentarios:

Pepa dijo...

Bueno que interesante, primero se alegra de que Arturo haya escrito un libro nuevo, después lo compara con los Quintero y los deja malparados, para al final hablar bien de la nueva novela de Arturo.

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