viernes, 18 de enero de 2013

En el teatro



Y penetré en el teatro
llevando, cual siempre llevo,
sedienta de amor el alma
y de luz el pensamiento,
y te vi... Miré tu frente
pálida, vi tus cabellos
desbordar bajo las alas
amplísimas del sombrero
parisino en áureos bucles;
vi el cristal limpio y sereno
de tus pupilas azules,
tan azules como el cielo;
tu tez, en donde se funden
con el blancor más intenso
los tonos más purpurinos;
tus labios, en donde el beso
debe ser martirio y gloria
y fiebre y locura y vértigo;
vi por la crugiente seda
contorneado tu seno,
que un desnudo parecía
de Fidias en mármol negro;
tus altos hombros de diosa,
tu talle gentil y suelto;
vi tu pie entre remolinos
de blondas, pie tan pequeño
que huellas dejar no puede
ni turbar puede el silencio;
la elegante pelerina
echada sobre el asiento,
la tersa cinta celeste
que aprisionaba tu cuello,
el broche de oro y de perlas
que fulguraba en tu pecho;
como un encaje de espumas
en tus manos vi un pañuelo
en mi esencia favorita
impregnado, y vi tal sello
de supremas distinciones
en tu escultórico cuerpo,
que despertaron, mirándote,
mis insaciables deseos
de apagar cuanto ilumina,
de hollar todos los senderos,
de escalar todas tas cumbres,
de ver todos los misterios,
de hundirme en todas las olas,
de entrar en todos los templos
y de arrojar de sus aras
todos los dioses... y lleno
de mortal melancolía
y profundo desaliento
me fuí, divino imposible
de mi vida, de ti lejos,
mas llevándome tu imagen
clavada en el pensamiento.

2 comentarios:

Pepa dijo...

Esta poesía nunca la había leído y no sé si está recogida en algunos de sus libros de poemas. Me ha gustado mucho como describe la pasión que siente por la actriz

JLG dijo...

Hola, Pepa. Estoy de acuerdo contigo. Es magistral cómo describe su deseo y la imposibilidad de llevarlo a cabo.

Muchísimas gracias por tu comentario.

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